(Carta
a una trabajadora de TMB)
Susana,
Te cuento que antes de
llegar al metro estaba de muy buen humor, haciendo broma a mis hermanas,
haciéndoles creer que mi perro me acompañaría al hospital. Desde Avda. Icaria
hasta la parada de Bogatell me lo he pasado pipa haciéndome fotos con mi Leo,
que es un amor de perro.
Desconozco como te
sentías tú en tu puesto de trabajo, deduzco que no muy a gusto desde el momento
que te he pedido ayuda y me la has negado diciéndome que yo no debo viajar sola,
sino con mi familia.
Tus palabras me han
dolido mucho, muchísimo. Con tus palabras me has infantilizado y me has tratado
de inútil. Tu desprecio a marcado un antes y un después en mi día de hoy, porque
como comprenderás no puedo obviar tu incompetencia laboral. Si en tu vida
privada odias a las personas con diversidad funcional es tu problema, pero si
tu odio lo llevas a la TMB el problema se lo traspasas al ayuntamiento de
Barcelona.
TMB tiene un problema,
tiene contratada a una persona xenófoba contra las personas con diversidad
funcional. Tu odio, tu desprecio, tu incompetencia, Susana, ha provocado un
acto de discriminación y quiero que tanto tú como TMB seáis conscientes, en la
medida de vuestras posibilidades.
Me dirigía al Hosp.
San Pablo, hoy a las 10h me hacían la segunda transfusión de hierro, y por eso
a las 9’20h me disponía a viajar desde la parada Bogatell. Avda. Icaria con
Ciudadela, quizás, me pilla más cerca pero la parada no es accesible. Yo me
desplazo en silla de ruedas y no todas las paradas son accesibles para todas
las personas. Bogatell y H. San Pablo sí lo son, mejor dicho, Bogatell
continuará siendo accesible siempre y cuando rectifiques Susana tu actitud
frente al público.
Tajantemente me dices
que yo no puedo viajar sola, que sólo puedo viajar con mi familia. Te pido
entonces que me lo des por escrito, o bien de tu puño y letra, o bien la
fotocopia de la normativa al respecto. Entonces te me pones más chula y me
dices que llamas a un inspector, y desapareces tras tu cristal. Te observo
hablar por teléfono, no te oigo, pero veo tus expresiones corporales. No me
quieres ayudar. No sabes qué necesito, pero no me quieres ayudar. Me voy. Corro
de nuevo hasta Avda. Icaria y decido llegar al Hosp. San Pablo en autobús, con
el 92. He llegado 30 minutos tarde, tenía hora a las 10h y he llegado a y media.
Sólo quería que me
ayudaras, Susana, a pasar la tarjeta rosa y que me picaras ascensores. Hoy por
mí y mañana por ti.
En el hospital me he
encontrado con mi hermana. Habíamos quedado allí. Las agujas y que me pinchen me da terror y mi hermana ha ido a darme
apoyo psico. Mientras pasaba el hierro hemos redactado una carta de reclamación
y al salir del hospital mi hermana me ha acompañado al metro.
Te voy a contar un
vicio que tenemos las "familias cuidadoras": tendemos demasiado a hablar por el "familiar cuidado”. Y la sociedad en general cuando va una persona en silla de
ruedas acompañada de una persona que camina, acostumbra a dirigirse a la
persona que camina.
En fin, sabes que sé
tu nombre porque de regreso (he vuelto en metro, claro) tu compañero mucho más
humano y más servicial ha dicho: espera Susana que acompaño un momento a la
chica. Hoy por mí y cualquier otro día por cualquier otra persona, quien sabe
si por ti Susana.
Atentamente,
Marga