Sigo sin entender porque se
celebra el 3 de diciembre en torno a las personas con diversidad funcional. Una
celebración se hace cuando los asuntos de derechos e igualdad salen bien,
cuando a las personas se nos trata con el suficiente respeto y dignidad, como
para que en el examen de consciencia, o en la evaluación del estado, se pueda
decir ¡bravo, lo estamos haciendo bien!
Pero no lo estamos haciendo
bien porque todavía hay millones de personas maltratadas, ignoradas,
encerradas, invisibilizadas, amordazadas, millones de niños y niñas, incluso más
adolescentes que infantiles, sin saber lo que es ser educados y formados como
ciudadanos y ciudadanas, aparcadas en instituciones sin ningún tipo de
planificación para y por su crecimiento personal e individual. Muchísimos
profesionales asalariados, asociados y hasta voluntarios se quedan impunes ante
el trato vejatorio que reciben sus “clientes”, porque sobre la práctica estos
profesionales viven en un sistema capitalista donde si no cobran no comen,
sistema mercantil que hace imposible creer y crear un autentico, genuino y global
sistema del bienestar.
Quien celebra el 3 de
diciembre es porque tiene que comer, pagar facturas y en poquitos días celebrar
la navidad con el mandado pavo, y los mandados regalos por toda la casa. No
porque la Convención de los Derechos de las Personas con Diversidad Funcional
se cumplan, no porque todas las personas hayamos aprendido a vernos con la
cabeza bien alta, disponiendo de los recursos necesarios para sentirnos tan
dignos y tan libres como cualquiera, en igualdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario