Buenos días,
Muchas gracias a la
organización de estas jornadas por interesarse y reivindicar un modelo social y
político justo, democrático e independiente. Debemos hacerlo sin divagaciones,
sin miedos, sin pensar en los demás como si los demás fueran los otros, sino
pensando en nosotros y nosotras como parte de un todo humano.
Por contaros, os cuento que
la Marga que ahora os está hablando siente que ha crecido cualitativamente
junto al modelo social y político vida Independiente. Antes de aprenderme con
este, me aprendí con el modelo social y político médico-rehabilitador. Aprendí
que como nunca sería una mujer caminante y erguida y por tanto, menos aún
independiente, antes o después acabaría en una residencia de grandes
discapacitados.
Antes de aprenderme como
sujeto activo y con los mismos derechos que cualquier otro ser humano, la
sociedad y las políticas me enseñaron a abanderarme con un certificado dediscapacidad para mendigar útiles tan básicos como una silla de ruedas
motorizada, o para acceder a unos estudios superiores. Para cualquier necesidad
la administración me pedía que reconociera mi discapacidad, no mis ganas de
vivir, ni mis posibilidades, nunca; siempre, para cualquier necesidad se me
requería el certificado de discapacidad, y a poder ser con un porcentaje bien
alto.
Os explico esta tristeza
porque es importante, por lo menos para mí, que salgamos hoy de estas jornadas
todos y todas con la cabeza bien alta, seguros y seguras de que otro mundo es
posible. Igual de importante es que se entienda que las palabras crean
significados y que los significados crean consciencias: Discapacidad es
sinónimo deretrasado, minusválido, subnormal, ... No confundir el paradigma de
la discapacidad con el de la diversidad funcional, porque son totalmente contrarios,
y si queremos convivir y acceder a viviendas propias, accesibles, asequibles y
en comunidad, debemos borrar de nuestras cabezas los tan pocos por ciento de
pisos accesibles para personas con discapacidad. Borremos estos conceptos
porque no son funcionales: no funcionan. Y no funciona porque a las personas
con discapacidad se les construye residencias aglomeradas o pisos tutelados,
también aglomerados.
Mi cometido, por lo que
Aspaym me ha invitado, es contaros mi visión sobre el derecho a una vivienda
propia para construir nuestras propias vidas. Dice el artículo 47 de la
Constitución española: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una
vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones
necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este
derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general
para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que
genere la acción urbanística de los entes públicos. Y más cercana aún tenemos
la ley 18/2007, de 28 de diciembre, que estipula regular el derecho a la
vivienda, entendido como el derecho de toda persona a acceder a una vivienda
digna que sea adecuada a la situación familiar, económica y social y a la
capacidad funcional. Es decir, la vivienda es un derecho fundamental, es una
necesidad básica, y clarísimamente no cualquier habitáculo es una vivienda.
Una vivienda es un lugar de
confort, de crecimiento, abierto, con capacidad para una misma y para todos
nuestros seres queridos. Es un espacio de reposo, de recogimiento, y también de
encuentros. Y es desde esta mirada lógica desde la que parto que vivienda no es
sólo la nuestra, viviendas son todas o ninguna: Debieran de serlo ya, pero no
lo son. No es una vivienda un espacio en el que nos tengamos que desmontar la
silla para hacer mínimas maniobras, ni es una vivienda un espacio que te obliga
a aparcarte en un rincón. Tampoco, ya no, es una vivienda un espacio cuidado
durante años que al hacerte mayor te obligue a abandonarlo por convertirse este
en espacio inseguro y de aislamiento. Y menos, para nada es una vivienda cuando
para acceder a una te ves obligada a hipotecarte de por vida, obligándote a
trabajar más de 10 horas diarias, juntando sí o sí de dos a tres sueldos
comunes y corrientes. A estos espacios yo los llamo timo.
Concretando, las personas
con diversidad funcional no queremos ser un problema, ni crear problemas. Así
que el Ayuntamiento, la Generalitat, el Parlament Catala, el Gobierno Español
y/o la Moncloa y la Unión Europea, deben demoler todos esos espacios horribles
y llenos de barreras arquitectónicas y reconstruirlos en viviendas, comercios,
calles, transportes, escuelas, organizaciones, etc. accesibles para todas las personas.
Queremos ser un claro objetivo de mejora de la ciudadanía. Queremos que se nos
incluya, no que se nos excluya. Es posible, es necesario y es urgente.
Mi experiencia es de las
pocas afortunadas. Por los pelos me libré de verme obligada a reclutarme en una
residencia. Entonces vivía en casa de mis padres, sin asistencia personal y en
un piso tradicional con puertas estrechas, sin apenas márgenes de maniobra. Yo
me hice mayor, al igual que mis hermanas. Mis hermanas volaron y yo me quedé
con mis padres. A mi madre la operaron y por prescripción médica dejó de
atenderme, y a mi padre le adolecieron dos lumbagos muy muy serios. Con el
primero me fui a casa de mi hermana dos días, se lo pedí yo misma y me acogió
como otras tantas veces, con todo su amor y sincera predisposición, pero su
casa también era inaccesible. ¡Cuántas ralladuras de pared y de marcos de
puertas me han perdonado todas mis hermanas! Con el segundo lumbago contraté
una empresa de servicios y así es como comencé a descubrir las bondades de la
asistencia personal. Los ahorros se me acabaron en menos de tres meses, mis
hermanas me ayudaron económicamente cuanto pudieron y así fue como la situación
se hizo más grave todavía. A mí se me educó para ser independiente, yo sabía
serlo, sabía ser responsable, estar atenta, sabía cuidarme y sin embargo no
tenía el recurso para desenvolverme. Fueron momentos muy tristes, estresantes y
llenísimos de miedos. Apareció el MVI, aparecieron mis compis OVI y conseguimos
que un partido político apostara por nuestras vidas y nos librara de una
condena a cadena perpetua.
Hoy vivo en un piso
accesible, asequible y propio. Entro y salgo, me desenvuelvo, hago y deshago
con absoluta seguridad y libertad. Vivo con R y B, mis dos amores. Cuento con un
entorno humano rico rico en confort: mi familia, mis amistades, mis vecinos y
mis ap’s. No vivo sola, vivo en un barrio en el que mucha gente nos tratamos
cada día (la frutería de enfrente, el Consum, la copistería, por nombrar
algunos). Vivo en un bloque de vecinos en el que todos y todas nos conocemos y
vivo en una ciudad cosmopolita llena de oportunidades. Tengo la gran suerte de
vivir una vida independiente, mi propia vida.
Vivo en Vila Olímpica, en
uno de los 6 únicos pisos domóticos en toda Barcelona. Estos pisos de V.O.
primero fueron construidos para los deportistas preolímpicos, después se
convirtieron en pisos tutelados por el ayuntamiento. El ayuntamiento contrató
unos servicios mínimos para atender a los y las usuarias que trasladarían de alguna
o algunas resis. Las personas, claro que notaron alguna mejora de estar en una
resi, sin llaves para entrar y salir por su cuenta, a comenzar a vivir en pisos
de los que salían y entraban cada cual con su llave. Pero disponían de unos
servicios asistenciales comunes y por tanto insuficientes. Servicios
descontrolados por una administración que más bien se mantenía al margen de lo
que en los pisos sucedía, en cuanto a los trabajadores contratados. Y con el
proyecto del Ayunt. Hacia la Vida Independiente, tres de estos pisos pasaron a
ser pisos asequibles y enteramente autogestionados. Cuando yo llegué, en dos
ocasiones puse el cielo en el grito porque la empresa que cuida la domótica
entraban con una llave maestra como pedros por sus casas, la primera vez me
pilló desprevenida y me quedé muda, la segunda me argumentaron absurdos de lo
más indecentes y entonces para absurda yo, les dije que o me daban llaves de
sus casa para entrar yo igual de feliz que ellos o que les denunciaría por
allanamiento de morada. Y más calmadamente les conté que a partir de ya tenían
que dejar de considerar este piso como quiera que lo conocieran y comenzar a
tratarlo como un piso de alquiler particular. Ya no volvieron a entrar más sin
llamarme antes y sin picar al timbre.
Construir residencias no es
una solución, es un problema mayor. Construir edificios, comercios, calles,
escuelas, etc. llenas de barreras arquitectónicas no es sólo un problema, es un
delito. Vernos y considerarnos al conjunto humano como objetos alineados y homogéneos
es puro utilitarismo, cobardía. Y esconder las bondades de la Asistencia
Personal es un retroceso continuo y un asesinato social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario