Hola, hola,
¿Cómo vais, qué os contáis?
Hoy a un mes de noche buena, ¡uuuooooo!, significa que hemos pasado otro año. Yo que vengo del 1976, 2026 me parece super futurista, y más con todos los adelantos tecnológicos que hemos vivido.
Alguien me sugirió que escribiera cuentos para peques. Ahora no estoy muy puesta en los gustos y disgustos de peque y adolescentes. Tanto, que, anecdota, mi hermana compró una chaqueta a mi sobri, me la enseñó por wash, y a mi no me pareció tan chula, incluso..., pero resultó ser chulísima, súper in. Pero, voy a intentar un cuento:
Erase una vez en una gran ciudad, iluminada ya por Navidad, aterrizo una gran nave espacial. Aterrizó nada más y nada menos que en el patio de un colegio. Aterrizó un viernes sobre las 23h, decimos sobre las 23h, porque el tiempo en la Tierra es muy diferente del no tiempo de donde llegaban los recien aterrizados. La nave era grande y muy ligera, silenciosa, y de un color muy poco discreto, entre rojo, naranja granate, rosa, de un color fuego suave, cálido. Por dentro ni idea, nunca entre, ni tan siquiera en mi imaginación, confieso, sí, para ahorrarme la descripción. De la nave salieron unas 50 60 criaturas, cada una de un color diferente, unas altas, otras no tanto, otras bajísimas, de muy diferentes formas, no caminaban, volaban, pero no como vuela una pájaro o un avión, estas no tenían alas, volaban sin volar, digamos que flotaban, pero no el agua, flotaban en el aire, si es que flotaban, que no está muy claro. De estas 50 o 60 criaturas, más de la mitad eran aprendices y el resto mentores. Venían ha hacer un trabajo de investigación, pues veían a los seres terrestres muy parecidos a ellos, aunque algo mas limitados, no tan espabilados, y querían saber qué era mejor, si vivir al 100% como hacían las criaturas, o si con vivir al 60% ya era suficiente. Traían una serie de observaciones ha hacer y sólo tenían que salir durante 24 horas, o sea, todo el sábado, a observar y evaluar. Así lo hicieron, se repartieron por toda la ciudad, desde las 7h hasta las 22h y observaron a tantas personas como pudieron. A familias cuidando de sus menores y mayores, a grupos de amigas y amigos, a personas solitarias, o aparentemente solitarias, a trabajadores/as de todas las áreas, a personas enfermas, o aparentemente enfermas pero para nada enfermas, a muuuchas personas amantes de sus animales, a personas tristes, alegres, estudiosas, enfadadas con el mundo, a personas muy malas, a personas de todos los tamaños y de todas las edades. Hicieron un gran trabajo, un muy buen gran trabajo. Concluyeron que en la Tierra empezaban dando el 100% hasta que recibían el primer no, el primer cuidado!, el primer grito, la primera contrariedad, y que de ahí en adelante las personas se supeditaban a sus mayores, a sus jefes, incluso a sus políticos. Que solo una minoría seguía dando el 100%, y que muy muy poquitas personas se recuperaban de la frustración interna y volvían a darlo todo.
No es un cuento bien en para peques, pero con ajustes aqui y allí, igual sí podemos evitar cualquier atisbo de frustración interna a peques y adolescentes.
Y hasta aquí por hoy y por ahora. Ser buena gente!
La frustración interna es un sentimiento de infelicidad que surge de factores personales, como expectativas poco realistas sobre uno mismo, objetivos contradictorios o creencias limitantes. Se diferencia de la frustración externa, que se origina por obstáculos en el entorno, como un atasco de tráfico. Gestionarla implica revisar y flexibilizar las expectativas personales, en lugar de intentar cambiar lo que no se puede controlar.
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